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13 febrero 2012

Indignación

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Vivimos en una época convulsa. Una época en la que se están produciendo los mayores recortes de derechos (de los trabajadores y civiles en general) que nadie puede recordar.

Le estamos pidiendo (la Unión Europea) a los ciudadanos griegos que se empobrezcan para compensar los desmanes de sus políticos y de una mala planificación monetaria comunitaria. ¿Hasta qué punto es lícito?

Entre nosotros se ha instalado ya la neo-lengua de 1984. A la subida de impuestos se le llama consolidación fiscal, a la eliminación de derechos laborales (obtenidos con la sangre de los trabajadores durante un par de siglos) se le llama flexibilización del mercado laboral, a la privatización de servicios públicos se le llama fórmulas de colaboración público-privadas. Todo esto aderezado con el mantra "hemos vivido por encima de nuestras posibilidades".


¿Hasta cuándo?¿Hasta cuándo vamos a ser capaces de aguantar? Los sindicatos, otrora agitadores y encargados de espolear a la sociedad ante los desmanes de los poderosos, hoy en día están totalmente deslegitimados, y representan ese mismo poder contra el que creen luchar.

Vivimos en en país en el que el concejal de cultura y festejos (cuya alfabetización es discutible) de un ayuntamiento como Verín, cobra más que profesionales cualificados. Vivimos en un país en el que la corrupción es jaleada a la puerta de los juzgados y perdonada con mayorías absolutas. Vivimos en un país en el que unos guiñoles humorísticos franceses son más importantes que una reforma laboral. Vivimos en un país con 5 millones de parados (me empieza a cansar esta definición del país) y con expectativas de llegar a los 6 y a los 7 (el mismo Rajoy lo reconoce).

¿Qué nos queda? La indignación. El 15M nació bien. Me siento orgulloso de haber ido tarde tras tarde a la Plaza del Sol, sentía que no estaba todo perdido, que todavía quedaba gente sensata en el país. Degeneró en algo que no era lo que esperábamos. Necesitamos que algo así vuelva a nacer, la sociedad española está aletargada. De momento el panem et circenses funciona; pero, ¿y cuándo ya no haya pan?

Lo peor de todo no es esto. Lo peor es que todo es una huída hacia adelante, un "nunca choveu que non escampara" que diría Rajoy si supiese hablar gallego.

¿Cuál es el sector que se supone que va a ser la locomotora de nuestro crecimiento? I+D+i en España es una utopía, no existe. Sin eso es imposible plantearse el futuro de un país.

Escribo todo esto la noche en la que los griegos (sus mandatarios) van a aceptar hacerse el harakiri. Un crédito para poder pagar los intereses de deudas contraídas a cambio de aplastar todavía más a los ciudadanos.

Y yo no puedo pensar más que "cuando veas las barbas de tu vecino cortar, pon las tuyas a remojar"

Un bico e unha aperta